Era madrugada y, como siempre que mi cabeza tiene demasiados pensamientos que centrifugar, estaba despierta.
De repente creí escuchar una música, me resultaba muy familiar aunque tardé algunos segundos en identificarla. Me levanté y como un perro de caza agucé el oído. Venía de la calle y era alguien silbando y tarareando. ¿A estás horas? -me pregunté-. Levanté la persiana, abrí la ventana y me encontré con una escena increíble, una de esas personas que mientras nosotros dormimos se encarga de que encontremos la ciudad reluciente al amanecer, silbaba de una forma sublime La Traviata.
Me quedé asomada, mirando con que alegría trabajaba y escuchando esa maravilla que salía de sus labios. Se perdió al final de la calle, pero el tarareo inundaba la noche.
Allí apoyada sobre mi ventana no pude evitar que bajo la luz de las farolas fueran desfilando esos caballeros con sus recién planchados trajes, y las damas perfectamente maquilladas, con cada cabello en su sitio y maravillosos trajes de gala o cóctel camino de la última representación de la temporada de ópera. Y al fondo, el señor barrendero silbando La Traviata.
Apariencias. Con esta palabra me dormí.
Para cada acto social hay una etiqueta que cumplir. A la ópera no se puede ir en vaqueros -tampoco es que te vayan a expulsar pero no es lo adecuado, dicen-. Las niñas ricas y “pijas” americanas, las actrices del momento y la última hornada de modelos se dejan ver cada año en el festival de Coachella en California, con sus “descuidados” estilismos. Es lo que se lleva, se plantan sus botas de agua y tratando de emular la cultura hippie se preparan para salir en todos los tabloides de papel couché.
Apariencias.
La ópera y la música clásica son cultas. El rock música del diablo.
Apariencias.
A lo largo de la historia cada tipo de representación cultural se asocia a un determinado estatus económico. Estoy leyendo “La hija de Cayetana” de la escritora Carmen Posadas. Transcurre a finales del siglo XVIII, la época de la Revolución Francesa. El libro trata el desconocido tema de la esclavitud en España. Pero esclavos o sirvientes -esclavos al fin y al cabo también- queda claro que las clases nobles eran refinadas, cultas y de oído sensible. Los demás, la plebe, brutos, ignorantes y con gustos musicales desafortunados. Claro está que eso es lo que decían ellas, las malditas apariencias.
Los siglos se han ido sucediendo uno tras otro y presumimos del alto nivel de civilización alcanzado. ¿Seguro?
Continuamos siendo clasistas aunque lo neguemos. Todos llevamos una etiqueta a la espalda que nos sitúa en una casilla social u otra según nuestro trabajo. Y sí, sólo me refiero al trabajo, ya no hablo de nivel económico o cultural porque da igual, según el empleo presumimos el resto. ¿Por qué?
¿Es más importante un trabajo que otro? ¿Trabajar de barrendero o de cirujano dicta el nivel cultural o gustos musicales de una persona y que por las noches silbe La Traviata de Verdi o Nothing Else Matters de Metallica? ¿Sabemos que hay detrás de cada persona? ¿Conocemos la historia vital del barrendero, de la comercial, de la peluquero, del camarero, del pescadero, del fontanero?
Apariencias.
Vas a una entrevista de trabajo y te preguntan si vives en pareja o si tienes hijos. ¿Por qué? ¿Qué aportan estos datos sobre mi persona, mi valía, mis capacidades, mi actitud, mi valor, mi ética?
Apariencias.
Tienes un bebé vestido de azul y te dicen ¡qué niño más guapo! Aclaras que es niña y te miran sorprendidos mientras exclaman ¡Ah es que como va de azul! Sí, exacto, una niña vestida de azul.
Apariencias.
Estudias, acabas la ESO, el Bachiller y te preguntan ¿qué carrera vas a estudiar en la Universidad? Voy a hacer un ciclo superior. ¿Qué es que estudias mal? No, es que es mi elección.
Apariencias.
Nacemos, crecemos, nos reproducimos y morimos. Como las cucarachas, pero ellas lo tienen más claro que nosotros.
Dices lo que piensas y eres subversiva o antisistema que ahora está muy de moda. Te opones a las injusticias y estás loca. Hay que tragar, hay que aguantar, no hay elección así es la vida te susurran al oído.
Y tú sonríes les miras, te desnudas y les respondes: ¡ahí os dejo con vuestras apariencias!
Una semana más gracias por estar al otro lado. Yo, sin vosotros no podría existir ❤
Imagen de Pixabay.com
Carlos Menéndez dijo:
¡Me quito el sombrero!
Yo, si me dedicara día y noche a escribir, hilando mis pensamientos, experiencias e (in)certezas, quizá llegara a aproximarme muy de lejos, a la forma en que tú escribes.
¡Me encanta tu artículo! En él se produce una comunión perfecta entre el texto y los conceptos, que yo jamás podré ni siquiera soñar.
Gracias.
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elimpulsodelasemociones dijo:
Muchas gracias Carlos, la verdad es que me ha emocionado tu comentario, son muchos años los que hace que sabes que hilvanar letras para tejer pensamientos no sólo es mi sueño si no en ocasiones hasta mi tabla de salvación. Un abrazo enorme ❤
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Toni Oliver dijo:
Apariencias
Me miras,
deduces que soy y lo que no soy
de mi nada sabes, ni me presuntas
en el desconcierto de tu mente
me etiquetas sin nada más que lo aparente.
Acaso por llevar traje seré Dios
por llevar harapos un desalmado
por vestir de flores un loco
por llevar sombrero
un turista despistado.
Acaso es más el que va en un gran carro
hasta con oro decorado
que yo por ir simplemente vestido
con cualquier cosa que me ha gustado
o me siente cómodo por llevarlo
aunque poco me importe lo que has opinado.
De mi vida algo sabes acaso
de mis batallas, de mis pasos
de las puñaladas que me han clavado
de a quien he tendido la mano
o de las veces que las gracias he dado
por el simple hecho de recibir una mano
en esos momentos en que lo he necesitado
sin pedir nada a cambio.
Apariencias engañosas por doquier
etiquetas infundadas sin conocimiento de causa
prejuicios sólo por tener tu propia cara
ya nadie mira más allá de la fachada
mucho menos llamar a la puerta
para que le dejes entrar en tu casa
si no es para desvalijarte y dejarte sin nada.
Toni Oliver
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elimpulsodelasemociones dijo:
Y la poesía visita mi humilde hogar. ¡Gracias Toni! Un abrazo.
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Ramón López dijo:
Muy bonito. ¡Enhorabuena!
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elimpulsodelasemociones dijo:
¡Muchas gracias Ramón! Me hace feliz escribir pero si además gusta o conecta con una sola persona, esa felicidad es completa.
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Carmen Cifuentes dijo:
Estoy de acuerdo contigo. Apariencias que engañan y juicios sin sentido que se hacen desde el desconocimiento y la ignorancia.
¡Fabuloso Susana! 👏👏
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elimpulsodelasemociones dijo:
¡Gracias Carmen! De emocional a emocional un beso enorme.
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