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Imagen de Pixabay.com

 

 

El artículo de esta semana es casi una pregunta que os lanzo a ver qué opináis al respecto.

Ya he dicho en muchas ocasiones que me suelen “acusar” de pensar demasiado, yo lo veo como un deporte, aunque también puede ser un acto de tipo compulsivo no lo voy a negar. Da igual, el caso es que voy a seguir haciéndolo porque me gusta y me lo paso pipa con los razonamientos tan locos a los que a veces llego.

¿Os imagináis una entrevista de trabajo en la que me pregunten: pasatiempo favorito? La respuesta sería, mirar para el techo y pensar.

El caso es que este domingo tuve otro de mis ataques reflexivos. No recuerdo cual fue el desencadenante solo que de repente cogí el móvil y le envié un mensaje a mi hija de lo más filosófico. Ella está acostumbrada, porque además tiene los mismos juicios extraños de su madre; debe ser culpa del fenotipo.

¿Creéis que nos conformamos con demasiada facilidad?

Personalmente, mi experiencia particular es que sí. No voy a relataros toda mi vida pero el domingo, a las diez de la noche fui consciente de que me he conformado demasiado.

Quizá, la semilla de esta especie de revelación esté en la lección que mi hija me ha dado. Cuando acabó Bachiller, hizo un ciclo superior de Realización Audiovisual. El último año me dijo que quería estudiar Educación Social, que en Asturias no lo había y lo iba a hacer en Salamanca. Confieso -y ella ya lo sabe- que no le hice caso porque me parecia algo inviable. Ese maldito 2017 había sido víctima de un suceso muy desagradable en mi vida laboral y nuestra situación financiera era de “telarañas”. Llegó marzo y me dijo que iba a Salamanca, la madre de su amiga les había buscado algunas opciones y tenían que elegir. Me quedé a cuadros pero no dije nada.

Estamos a junio, le quedan dos exámenes para finalizar el primer año de Educación Social en Salamanca.

¿Cómo fue posible? Porque no se conformó como yo hice cuando me diplomé como Maestra y resultó que no podía estudiar Psicología -es mi espinita y no importa la edad pero acabaré sacándomela- por motivos económicos. Y como no se conformó encontró la solución.

Y así a sus veintiún años, mi hija me ha dado la mayor lección de toda mi vida: si quiero algo no me puedo conformar, tengo que buscar la solución a los posibles obstáculos e ir a por ello.

¿Por qué nos conformamos?

Mi familia no es especialmente religiosa si exceptuamos a mi madre, los demás somos un compendio de agnósticos, ateos y creyentes “tuneados”, que es lo que soy yo, o sea a mi manera. No obstante, por tradición -según la generación de la que estemos hablando- hemos sido educados en creencias como el miedo a ser desagradecidos por lo que nos pueda pasar, y una espada de Damocles pende siempre sobre nuestras cabezas: no te quejes por lo que no tienes y agradece lo que posees no vaya a ser que recibas un castigo divino.

Sí creo que debamos ser agradecidos, como reconocimiento a todo aquello bueno que hemos logrado o nos ha sido dado. Sin embargo, esa idea de las plagas celestiales por desear más, por querer avanzar y mejorar, no me gusta.

Uno de los profesores de los que mejor recuerdo guardo de la Universidad es Jesús Avelino de la Pienda. Licenciado en Teología en la Universidad Gregoriana de Roma y en Filosofía en la Complutense de Madrid, era por aquel entonces Catedrático de Filosofía de la Escuela de Magisterio de Oviedo. Basaba sus clases en el método socrático del pensamiento crítico que elimina la certeza e invita a la comprensión. Es decir, no exponía el temario sino que a través de la pregunta nos hacía llegar a él.

Me maravillaban sus clases, no daba nada por supuesto y nos obligaba a exprimirnos las neuronas al máximo. Poseía una visión de la religión muy aperturista. El libro que tuvimos que leer para sus clases, del que era autor y titulado “Una religiosidad humana y muchas religiones” indaga en el concepto del sentimiento religioso y de si la creencia en un dios monoteísta excluye las demás.

De sus clases me quedé con dos ideas, la de la religiosidad por encima de la religión y la del pensamiento crítico. Creo que de aquí viene mi querencia al ejercicio mental.

¿Por qué os he contado todo esto de mi antiguo profesor? Sencillo, porque me he dado cuenta que ese “conformismo” que algunos poseemos, tiene su raíz en un concepto equivocado de la religión y mi profesor de la Universidad, eminente teólogo y que se codeaba con grandes pensadores como el profesor Panikkar, otro aperturista religioso y gran conocedor de las religiones orientales -y del que tuve el placer de poder disfrutar de su verbo en una conferencia en la Escuela de Magisterio cuando estudiaba- lo tenía y lo tiene muy claro.

He mezclado la idea del conformismo con la religión y quizá os parezca una locura, pero creo firmemente que debemos conocer bien la raíz primigenia de todas nuestras creencias para poder cambiar aquellas que estén erradas en su concepto o en la interpretación.

En el libro que os mencioné el profesor De la Pienda comparte un texto que se titula “La Feria de las religiones” cuyo autor es Anthony de Mello y dice así:

 

Mi amigo y yo fuimos a la feria.
La Feria Mundial de las Religiones.
No era una feria comercial.
Era una feria de la religión.
Pero la competencia era tan feroz y la propaganda igual de estruendosa.

En el “stand” judío nos dieron unos folletos
en los que se decía que Dios
se compadecía de todos
y que los judíos eran su pueblo escogido.
Los judíos, ningún otro pueblo era tan escogido
como el pueblo judío.

En el “stand” musulmán supimos que Dios
era misericordioso con todos
y que Mahoma era su único profeta.
Que la salvación se obtiene
escuchando al único profeta de Dios.

En el “stand” cristiano descubrimos
que Dios es Amor y que no hay salvación
fuera de la Iglesia.
O se entra en la Iglesia, o se corre el peligro
de la condenación eterna.

Al salir pregunté a mi amigo: ¿ Qué piensas de Dios ?
Que es intolerante, fanático y cruel , me respondió.

Cuando llegué a casa, le dije a Dios:
¿Cómo soportas éstas cosas, Señor ?
¿No ves que han estado usando mal tu nombre durante siglos ?

Y me dijo Dios: Yo no he organizado la feria.
Incluso me habría dado vergüenza visitarla.

 

Con la acción de conformarse ocurre lo mismo que con la religión son interpretaciones erróneas del concepto de la vida y la gratitud en el primer caso y de la religiosidad en el segundo.

¿Os habéis conformado? ¿Con qué y por qué?

No es excusa ni justificación pero la explicación en mi caso es sencilla, lo hice porque tenía miedo: a no encontrar algo mejor, a perder lo poco que tenía, a ser desagradecida en resumen.

Y el resultado de mi conformismo es que no tengo nada de lo que quería -excepto haber sido madre joven y el regalo que supone en mi vida mi hija-. Y el domingo de noche recibí un sopapo de realidad cuando lo admití; a mi misma y en la confesión que le envié a mi heredera.

Me conformé y no estudié Psicología que era mi sueño, no busqué una solución.

Me conformé y he trabajado en puestos mal pagados y donde no se me valoraba y tenia prohibido brillar -lo pague caro cuando lo hice-.

Me conformé, mi único objetivo en la vida era tener un salario que me permitiese como mínimo comer y criar a mi hija y eso es lo que he obtenido, no ser ni una mil eurista.

Me conformé porque tenía que ser agradecida y dar gracias por lo poco que tenía porque otros tienen menos.

Pero se acabó. He dejado de conformarme, he cambiado mi pensamiento y mi concepto de la vida.

Quiero un trabajo que me permita vivir decentemente pero también quiero tener ahorros.

Quiero viajar y no conformarme con los folletos que cojo en las agencias para imaginar que puedo hacerlo.

Quiero dirigir mi vida, brillar si me da la gana sin que nadie me acose por ello ni me amenace.

Quiero dejar de pedir perdón si algunas cosas se me dan bien, como escribir, hablar, exponer ideas y conectar con las personas.

Quiero ser mi propio jefe, decidir mi propia política de empresa y hacerlo acorde a los esquemas morales que mis padres me enseñaron sin tener que soportar media sonrisita por ser demasiado honesta y no vender a cualquier precio -léase estafar-.

Quiero ayudar a otras personas que están tan hartas como yo, motivarles y explicarles con mi propia experiencia que se pueden hacer las cosas de otro modo.

Quiero divulgar mi visión de la actividad comercial como algo que se realiza desde la gestión emocional tanto del cliente como del comercial y aniquilar ese concepto del comercial charlatán al que sólo le importa cumplir sus objetivos.

Quiero escribir y publicar un libro de cuentos y otro en el que contar mi experiencia con todo lo sucedido en el 2017. Como fui capaz de salir reforzada y cambiar mi vida a raíz de una experiencia traumática en el trabajo. Y lo hice porque dije NO, dejé de aceptar lo que la vida me daba, me rebelé y perdí el miedo a lo que me pudiera suceder. Desde entonces soy libre.

Quiero escribir un cuento motivacional para niños, adolescentes y adultos en el que narre la experiencia de mi hija. El camino de una niña que llora y siente que no vale nada y no acabará ni la ESO y llega hasta la Universidad con un titulo de Realizadora Audiovisual bajo el brazo que le abre las puertas de una institución que siempre creyó vedada para ella.

Quiero hacer comprender al mundo que la vida es tortuosa y difícil. Que es normal sentirse bloqueado, perdido y hasta hundido pero que con el apoyo de los que te quieren y de quienes saben de tu sufrimiento porque ya lo han vivido, se sale adelante.

Quiero ser vendedora de emociones y rescatadora de sueños.

Y por todo ello, desde el domingo 8 de junio de 2018 he dejado de conformarme.

Gracias por estar al otro lado, deseo que vosotros tampoco os conformeis. ❤