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Hace más de dos años hice una reflexión sobre el mundo de los recursos humanos. En aquel momento tenía trabajo, llevaba muchos años como comercial de Protección de Datos, pero seguía preocupándome por lo que veía a mi alrededor.
Dos años después, inmersa en plena búsqueda del Santo Grial de mi futuro laboral más cercano retomo aquello que escribí, con alguna modificación y actualización.
Llevo años leyendo artículos y sigo blogs que me parecen muy útiles -sobre todo ahora que mi cabeza está en modo centrifugado de más de mil revoluciones- de expertos en recursos humanos que intentan ayudarnos a crear el CV perfecto o afrontar la terrible experiencia de una entrevista personal.
Aprovecho para dar las gracias por ese trabajo altruista que realizan. Escribir un artículo lleva mucho tiempo y cuando el objetivo es ayudar, motivar y orientar merecen todo el respeto y reconocimiento.
El problema es cuando no puedes llegar a una conclusión sobre ciertos temas. Me doy cuenta entonces que no hay reglas escritas, ni sobre como afrontar una entrevista, ni redactar un currículo. Nada de nada, más allá de lo que te dicta la lógica y el buen hacer educativo que tus padres hayan tenido contigo o tú tenido el coraje de buscarte: ortografía cuidada, vestimenta aseada, educación, amabilidad…
Quiero dar la visión del otro lado de la mesa.
Me he visto varias veces en la tesitura de ser evaluada y desprestigiada -por decirlo de forma suave- tan sólo por mi estado civil, cuestión que no logro comprender. En una entrevista de trabajo hace muchos años, llegaron a aconsejarme y lo hizo otra mujer, que en lo sucesivo contestase que era «soltera» aún admitiendo que también era madre. Le pregunté el motivo y no me lo supo argumentar. A día de hoy eludo responder, no creo que sea pertinente.
Y aquí va mi primera pregunta: ¿En qué medida puede influir mi estado civil en la realización de mi trabajo? Es más, ¿a nadie se le ha ocurrido darle la vuelta a la tortilla? Soy la única fuente de ingresos de mi pequeña familia, todos los gastos corren de mi cuenta y tengo una hija con la rara costumbre de comer todos los días y encima la muy osada ¡estudia!, luego lógicamente me esforzaré aún más en desarrollar mi trabajo, en cumplir con los compromisos adquiridos con la empresa, en crecer, mejorar y prosperar.
Hablando a las claras, una familia monoparental -como odio este «palabro»- o una familia pequeñita de dos -que no disfuncional, otra etiqueta que me enerva- NECESITA DINERO SEÑORES Y SEÑORAS. ¡Habrá mejor motivación que comer y pagar al banco!
Ojo, una aclaración, el dinero no lo es todo en la vida y desde luego no mi única motivación. Como pero no a cualquier precio. Ahí lo dejo.
Punto aclarado. El estado civil no determina la responsabilidad de una persona.
Otra cuestión es ese enmascaramiento o cirugía estética de tus aptitudes y experiencia profesional. Vale, aquí me podéis rebatir que como comercial que soy hago algo parecido. Pero no. Como comercial, mi trabajo es detectar de qué modo el producto o servicio que vendo puede mejorar o ayudar en los procesos diarios de la empresa de mi cliente. No omito ni maquillo porque lo que quiero primero es conseguir un cliente nuevo y segundo fidelizarlo. Muchas somos las empresas que nos dedicamos a lo mismo y muchos los comerciales, por lo tanto mi marca personal es la sinceridad y la confianza.
¿Por qué no hacer lo mismo en un CV?
Buscar trabajo o mejora profesional no deja de ser una venta. El producto es uno mismo ¿verdad? El reclutador, vendría a ser el cliente que quieres conseguir y como con estos, sucede que estamos ante una persona. Un ser humano con sus demonios, virtudes, defectos y manías. Quiero decir, no sabes quien va a leer tu CV o quién te va a entrevistar, no conoces a esa persona. Puede que sus creencias o valores provoquen dos cosas: que le gustes o no.
Entonces, ¿cómo hacer un diseño de experiencias y profesionalidad que guste a todos? Es imposible Unos explicáis que el CV debe ser de una hoja, otros que de dos. Unos que sobrio, otros que creativo y marque la diferencia. ¡Es una locura! ¿Solución? Ya lo dije antes, lógica y educación. Tú decides.
¿Y las entrevistas de trabajo? Aquí ya puede ser la hecatombe máxima. Os cuento mis experiencias, para poder argumentar mi reflexión.
Mi primera entrevista fue con diecinueve años. Estudiante de Magisterio, me llaman de una conocida cadena, que nos anuncia cada año que ha llegado la Navidad, a través del Inem para una entrevista. Allí se va la Susi. ¿Aficiones en tu tiempo libre? ¡Me encanta escribir! Conclusión del entrevistador: soy una rara poco más que antisocial. ¿Perdona? Porque es que además no se cortó en decírmelo.
Vamos a ver alma de cántaro si me gusta escribir ¿no sería más adecuado presuponer que tengo el don de la palabra -vale hay quien no lo tiene en el lenguaje oral y sí en el escrito por eso digo presuponer- una aptitud muy adecuada para el puesto de dependienta que me ofreces? Y ya no hablemos de la imaginación para ser proactiva y solucionar problemas.
Feria del Oriente, se me acerca una señora en mi primer día de trabajo. A un lado Susana, cuarenta y cinco kilos de peso y cara de tener 14 años -hacía pocos días de este desagradable suceso, hoy en día ya no me molesta- al otro una agradable señora con un cepillo con dos tipos de cerdas en cada cara.
-Me puedes decir porque este cepillo tiene dos caras?
La radiografía del silbido se quiere morir, que la trague la tierra y la escupa muy lejos ¡no tiene ni idea pero es su primer día no va a perder el trabajo a las pocas horas!
-Le explico este lado es para desenredar el pelo y el otro para después cepillarlo.
-¡Que curioso! Me lo llevo.
Pasan las horas y sigo intrigada, le pregunto a una de mis nuevas compañeras.
-¿Para que sirve este cepillo, por qué tiene dos caras?
-Es para perros.
¡Glup!
Esta ¿metedura de pata? ¿anécdota inofensiva? deja claro que al final contrataron a la “rara que le gusta escribir”.
Años después leí en algún artículo que hay que decantarse por actividades que impliquen comportamientos sociales. Cosa que sigo sin entender, porque a mi la escritura me ha aportado grandes amistades -a través de talleres literarios por ejemplo-.
Tema experiencia y cursos. No detallar todos los cursos que has realizado ni los trabajos sin relevancia. ¿Y esto porqué motivo?
Vamos a ver que me perdí en algún momento. Se trata de venderme, a mí, lo que soy, lo que hago, lo que te puedo aportar. Pues bien, yo soy toda mi vida pasada. Ni más ni menos. Las experiencias laborales, culturales o formativas conforman de alguna u otra manera la persona que tienes delante de ti.
Un ejemplo, y podéis mirar mi perfil de Linkedin sin ningún problema. En experiencia profesional, lo primero que consta es «Durante este período de tiempo varias fueron mis ocupaciones y por eso he decidido agruparlas. Di clases particulares en mi domicilio a niños de primaria. Preparé oposiciones. Colaboré en ferias y diversos actos de «Puertas Abiertas» en los negocios de personas de mi entorno más cercano, todo ello a la par que realizaba el trabajo más gratificante de mi vida: ser madre y criar durante los primeros años de su vida a mi hija»
Si alguien me dice que esta información sobra, lo siento pero me niego a quitarla. Esas cinco líneas describen a una persona tenaz y con muchas ansias de crecer que aún siendo madre hizo todo lo posible por adquirir experiencia profesional.
Describen a una veinteañera muy joven que luchó desde el minuto uno para convertirse en lo que es hoy en día. Y si al reclutador se le ocurre preguntarme porqué he decidido redactar este texto, le puedo contar una bonita historia en la que una mujer a punto de dar a luz tiene el coraje de presentarse a unas oposiciones mientras su marido espera afuera a punto del infarto por si se le ocurre romper aguas. O esa jovencita de veintiséis años que se paseaba por la Biblioteca de la Universidad de Oviedo, con una niña de un año en brazos -previa autorización- buceando en búsqueda y captura de los libros necesarios para seguir con sus oposiciones. Esto da muestras de un carácter luchador y combativo que no se amilana ante nada por conseguir sus objetivos cuando encima resulta ser una persona tan vergonzosa que se sonroja por la menor tontería.
Lo de sonrojarse merecería un capítulo aparte. Cualquiera deduciría que soy tímida. Pues sí, a tiempo parcial podríamos decir que sí. ¿Entonces que haces trabajando de comercial -pregunta el entrevistador mientras se echa las manos a la cabeza y piensa en lárgarme de la entrevista -caso hipotético- ? Ya ves, y encima soy buena. ¿Me lo explicas? Claro, soy tímida no introvertida y he aprendido a lo largo de los años a convertir lo que pudiera ser un defecto en marca personal. Soy tímida porque soy PAS -persona altamente sensible- con lo cual tengo la innata capacidad de conectar con la gente, comercialmente me defino como «Comercial Emocional» y ahí es donde gano y consigo mi cartera de clientes. ¡Contratada!
Es injusto, muy injusto evaluar a una persona por algo que al reclutador le pueda parecer banal. ¡Pregúntale, interésate sobre qué motivación tiene para añadir eso que a ti te puede parecer inútil!
Lo dicho, no pretendo sentar cátedra sobre algo que no es mi especialidad ni mucho menos. Pero creo que es muy necesario que sepáis lo que opina la silla de enfrente. No somos un papel, ni tan siquiera lo que el papel o una pantalla te dice sino todo lo que hay detrás de esas letras, abre las cortinas y mira, quizá alguien te sorprenda.
Para finalizar os cuento que tema CV yo lo he solucionado redactando dos modelos. Uno es el Europass que es un formato que me gusta muchísimo porque te hace reflexionar a lo largo de los múltiples apartados que tiene. Al hacerlo me di cuenta de muchas cosas a las que no daba valor y que sin embargo definen claramente mis aptitudes, actitudes y qué puedo aportar en una empresa.
El otro modelo es un resumen de un folio, muy visual y gráfico de mi experiencia profesional -toda, sin saltarme ni una- y mi formación más relevante, la otra la reservo para la entrevista.
Según el tipo de oferta y empresa envío un modelo u otro. Y cuando me decanto por el Europass que es más extenso, a la entrevista llevo el otro formato más resumido.
En las entrevistas soy yo, tal cual me veo al espejo todas las mañanas pero peinada. Respondo lo que me sale del alma. Termino con una anécdota a este respecto. Hace unos meses me preguntaron por mi mayor éxito -no especificó profesional- así que ni lo pensé: mi hija. Le gustó mi respuesta -no pudo ser pues el tipo de contrato era mercantil y no era lo que yo estaba buscando-. Al salir de allí, me dije Susana ¡tú estás muy mal! Pero… es lo que hay.
Esta soy yo y así me muestro, sin máscaras.
Gracias por estar ahí, al otro lado de vuestras pantallas. Yo, sin vosotros, no podría existir ❤