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Mi tía, que es como mi segunda madre, anda preocupada por mí. Está convencida de que tengo mala suerte. La cuestión es que en el último año y medio -¡qué rápido pasa el tiempo!- una serie de catastróficas desdichas relacionadas con esa parcela de terrero denominada “Vida Laboral” la han llevado a tal aseveración.
Va por ti querida Ascensión, también conocida como Choni. Hace un par de días te expuse porqué no tengo mala suerte y ahora te dedico el artículo de esta semana para que te quedes tranquila.
¡No creo en la mala suerte y tampoco en la buena!
Me gusta escribir es obvio. Unir letras, tejer palabras, hilvanar frases y pespuntear párrafos. Soy creativa lo cual lleva a inferir que la parte más desarrollada de mi cerebro es la derecha.
El cerebro humano esta dividido en dos hemisferios. El derecho se corresponde con la capacidad creativa, las sensaciones y emociones. El izquierdo con la lógica y las matemáticas aunque también es donde reside la facultad de expresión tanto a nivel oral como escrito. Se dice que todos tenemos más desarrollado un hemisferio que otro, cabría pensar que alguien cuya característica principal de su personalidad viene determinada por un evidente desarrollo emocional, pertenece al grupo de individuos cuyo hemisferio predominante es el derecho.
En mi caso no se cumple. Mis dos hemisferios están equilibrados, de ahí el hecho de que sea capaz de ponerme a llorar simplemente por ver a otra persona hacerlo, aunque no la conozca de nada y a la par conservar la frialdad necesaria para tomar decisiones duras y llevarlas a la práctica hasta sus últimas consecuencias.
Llegados a este punto podréis entender que afirme no creer en la mala suerte.
Según la RAE la probabilidad es el cálculo de las posibilidades que existen de que una cosa se cumpla o suceda al azar, que a su vez es definido como casualidad o caso fortuito. La casualidad es un conjunto de circunstancias que no se pueden prever ni evitar y fortuito, algo que sucede casualmente. Prever, es conjeturar por algunas señales o indicios lo que ha de suceder. Suerte a su vez, es definida como encadenamiento de sucesos considerados fortuitos o casuales.
A lo mejor es necesario volver a leer con detenimiento el párrafo anterior, ir saltando de concepto en concepto para llegar a la conclusión de mi afirmación: no creo en la suerte sino en las matemáticas.
La vida es cruel y todos buscamos válvulas de escape. Están los que prefieren no darle demasiadas vueltas a las cosas, los que se escudan en un supuesto sino o los que tenemos cierta querencia a centrifugar la cabeza en busca de explicaciones.
Mi padre, supongo que por mi bien, me dijo hace muchos años que no todo en la vida tiene explicación, sin embargo mi cerebro matemático jamás estuvo de acuerdo. Otra cosa y ahí sí estoy de acuerdo con él, es que hay explicaciones que no merecen el gasto energético de ser halladas.
Nunca me detuve a pensar en la mala o en la buena suerte, me daba igual me parecía un tema carente de interés porque no le veía utilidad alguna, pero cuando mi tía comenzó a sufrir por ese supuesto mal fario mío me propuse demostrarle que no era cierto.
Nací feliz, lo sé porque estaba allí. Crecí feliz y sigo siendo feliz porque esa ha sido siempre mi decisión. Todos estamos expuestos a los vaivenes de la vida y yo no iba a ser menos, no soy tan especial.
Si levantamos la cabeza un momento y meditamos sobre la situación socio económica que atraviesa este querido país nuestro es más que evidente que se podía prever que tenía la probabilidad de que me tocase sufrir algo tan desestabilizante como es quedarse sin empleo. No ha sido mala suerte, sino estadística, probabilidad matemática. Los números han hablado, han sentenciado y me ha tocado.
Detrás hay un desagradable suceso del que no hablo -aún, algún día lo hare- y tú conoces, que aumentaba dicha probabilidad así que tía de mis entretelas no es mala suerte, puedes estar tranquila, es una fórmula matemática.
No voy a negar que a veces parece que el Cosmos decide reírse un poco de ti y te sucede una cosa tras otra, una mala racha la llaman. Bueno, yo soy cabezona lo admito y a la mía le he encontrado explicación, tenía todas las variables de la ecuación y al final la he podido resolver.
Siempre digo mi vida mis decisiones. No me gusta dar consejos a nadie. Todos debemos tener la libertad de decidir, pero yo sigo en mis trece de centrifugar y racionalizar. Me hace más feliz y me ayuda a resolver las incógnitas.
No gano, no ganamos nada con buscar culpables aquí o allá. Quizá hacernos daño, sentirnos hundidos ante lo que consideramos una injusticia pero así no encontraremos el camino de vuelta a Oz.
“¿Y mi valor? Intervino el León en tono ansioso. Estoy seguro de que te sobra valor respondió Oz. Lo único que necesitas es tener confianza en ti mismo. No hay ser viviente que no sienta miedo cuando se enfrenta al peligro. El verdadero valor reside en enfrentarse al peligro aun cuando uno está asustado, y esa clase de valor la tienes de sobra”. (El Mago de Oz)
Una semana más gracias por estar ahí. Yo, sin vosotros, no podría existir ❤