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Sólo sé que te llamabas Diego y tenías once años.

Hoy me he levantado con la noticia de tu carta. ¿Sabes?, todo el mundo habla de ti.

Los periódicos, los programas de radio, la televisión. El país entero pone voz a tus pensamientos.

Yo, te tengo que confesar que no quería leer tu carta. Soy cobarde y no podía afrontar el dolor tan grande que me iba a ocasionar. Luego, pensé que si tú habías tenido el coraje de escribir esas líneas antes de saltar desde tu balcón y tus padres de compartirlas, lo menos que podía hacer era ser valiente por ti, por tantos y tantos niños que sufren en la oscuridad como tú.

Lo que más duro es el hecho de descubrir que no hay ira ni desesperación tan sólo un hecho, no aguantabas más ir al cole. Y lo más desgarrador, gratitud, amor y reconocimiento hacia tu familia.

Sólo sé que te llamabas Diego y tenías once años. Que estabas cansado de aguantar y que no es justo.

No soy tu madre, pero sí soy madre de otra persona, de alguien que en su día también tuvo once años. Te quiero decir una cosa, quédate tranquilo mi cielo, tus padres jamás te podrán odiar. Ya nada tiene solución pero siempre estarás en su memoria. Y en la Tata, el abuelo y Lolo.

Escribías muy bien Diego, tenías una letra muy bonita para tu corta edad. Sorprende la madurez de tu redacción, la perfecta ortografía y el trazo firme de cada palabra.

Trato de imaginarte y no sé porqué te veo como un niño maduro ¿quizá demasiado? No te quejas, no acusas, no señalas a nadie. Al contrario, transmites amor. Te preocupa que será de tus padres, que Tata encuentre trabajo y hasta que Lolo pueda ver a Eli. Te imagino con una sonrisa ¿Qué paso Diego?

Me gustaría volver a escribirte algún día. Ojalá no muy lejano. Contarte que los niños ya no sufren, sólo juegan. Explicarte que en todos los centros se han implantado protocolos anti bullyng. Que la mediación escolar ha conseguido hacer germinar la empatía en el corazón de todos los chicos. Que los padres nos preocupamos en hacer entender a nuestros hijos que el respeto y la tolerancia es la base de toda convivencia. Que la sociedad ha dejado de estar sorda, ciega y muda.

Ya me tengo que despedir. Voy a hacer un avión de papel con estas letras y lanzarlas desde el monte más alto de Asturias hacia el cielo. ¿Crees que la podrás alcanzar? Sólo quería hacerte sentir, aunque ya sea tarde, demasiado tarde para ti Diego, que no estás solo. Darte un poco de calor, un abrazo y tal vez un beso de buenas noches.

Hasta siempre.

Firmado: una madre cualquiera rota de dolor.

 

Entrada original: http://www.lanuevarutadelempleo.com/Noticias/carta-para-diego